En enero del 2014 nace Bandolerxs Culturales.Es un proyecto social y educativo que pretende desplegar las diversas herramientas profesionales y artísticas de sus integrantes a través del contacto con instituciones educativas, artísticas y sociales de base comunitaria.Se desarrolla en comunidades indígenas, urbanas y rurales.Destinado a niños/as, jóvenes y adultos.
El quinto país y su gente
Lxs Bandolerxs finalmente
lograron cruzar limites ficticios, fronterizos. Fueron muy bien recibidos del
lado llamado “Colombia”… tanto que hasta la joven oficial aduanera, se entusiasmó
con la idea de la cafetería ambulante. Acto seguido del otorgamiento de los 90
días para que el Caracol y sus tripulantes recorran tierras andariegas, la
joven confirmó que lxs bandolerxs estaban llegando al lugar adecuado.
El Santuario de las Lajas quiso
ser el primer lugar de abrigo… pero ante la falta de tabaco y la actitud
extremadamente devota y peregrina de sus habitantes, que confiesan con pesar no
tener tabaco para vender (pero si espumosa cerveza); y siendo la noche
lloviznosa y fría, lxs bandolerxs resuelven transitar 5 kilómetros más y llegar
así al pueblo del que habían escuchado hablar: Potosí. Alli fuman tabaco y
debaten cómo solucionar el problema del caparazón del caracol. Se ha caído una
vez más y amenaza con seguir haciéndolo si las carreteras con las que se
encuentra están pozeadas y no se refuerza.
Asi es que comienza el caminar
las calles de Ipiales, explicando que hay un caracol con su caparazón en estado de
emergencia. Aparecen Wilmer y Giovanni, dos jóvenes muchachos de pocas palabras
que saben con sus silencios confirmar que se podrá contar con ellos, con sus
herramientas y su amabilidad.
Gracias FerreLaminas por ser
parte de nuestra aventura; enseñándonos que no hay mejor maestro que aquel que
humildemente se despoja de lo que tiene para compartirlo. Aquel que trabaja en silencio
a tu lado, observándote y guiándote para que sigas caminando. Aprendiendo.
Colombia se abre para recibirnos
y nosotrxs estamos inmensamente dispuestos a penetrar en ella.
1 SEMANA EN LA FRONTERA
Aquel que ha
recibido el nombre de “Caracol”, ya por varixs conocido, junto a sus bandolerxs
tripulantes a bordo, han llegado el día 6 de marzo del corriente a tierras
“fronterizas”. Puente Rumichaca ha sido bautizado. Según la leyenda quechua es
el “puente de piedra”; luego de la conquista se convirtió en la estructura arquitectónica
que divide Ecuador de Colombia.
Sobre el hermoso
brazo de un río, crece un floreciente mundo boscoso. Lo han dividido en dos
partes, han trazado un puente y construido a su alrededor instituciones
estatales que reciben a diario, las 24 horas, a miles de migrantes, viajerxs de
un lado al otro del largo río.
El lugar merece un relato aparte. Quien escribe
se encuentra obligadx a interrumpirlo para relatar lo acontecido in situ,
mientras buscaba palabras.
Encontrándose
dentro de las instalaciones migratorias ecuatorianas, puede verse una fila que
la conforman cerca de 30 personas. En frente de ellas se ubican 4 cubículos
espejados con funcionarixs migratorios dentro. Hacen preguntas. Introducen
información en “el sistema”, sellan pasaportes y tarjetas andinas. En general el
sonido del ambiente es de silencio. Se escucha murmar bajito a rostros
preocupados, se hacen preguntas legales entre sí cuya
respuesta desconocen; fruncen el ceño, comparten experiencias vividas en otras
fronteras, le relatan al desconocido de adelante por qué dejaron Venezuela, por
qué abandonar algún país de Centro América, por qué viajar a Perú, porqué ir a
Ecuador procurando "hacer muchos dolaritos", relatan el por qué de tantos viajes hacia Colombia.
Otrxs, cargan mochilas de viajerxs y con más entusiasmo en sus rostros hablan
de todos los lugares que visitaran. Algunxs escuchan y parecen hacer el esfuerzo
mental por comprender el español que suena…como murmullos bajitos. Es en medio de este
silencio murmurante, cuando se rompe el sonido habitual ingresando un señor de estatura baja con una
bolsa de obos en la mano (fruto dulce característico de Ecuador). Se dirige a
la altura media de la fila y comienza a conversarle en un tono que puede
escucharse en todo el lugar, a un señor mucho más alto que él, de piel morena,
de tonada venezolana. El exuberante señor de tono elevado lleva bermudas verdes
y una camisa estampada caribeña. Con lo más característico de su tonada
argento-chilena le relata al venezolano con lo que se acaba de encontrar:
-¿Vieron eso?
- No, ¿qué?
- Hay afuera,
hay una kombi, de unos argentinos. Hace 2 años que viajan. Están haciéndose un
pastel de manzana. Tienen su cama, su cocina. Esa es la buena vida hueóon.
- Qué bueno pana
y ¿Quiénes son?
- No sé.
Bandolerxs son hueóon. Eso dice la kombi.
Se escuchan
risas y el murmullo ya no es tan bajo. El señor bajito de bermudas verdes había
roto el silencio y el clima de velorio que reinaba en el lugar. Rápidamente le
tocó enfrentarse al funcionario migratorio y se dispuso a buscar el tan ansiado sello en
su pasaporte. El silencio volvió a ser el protagonista de la oficina de
migración donde se hace fila para salir o entrar a Ecuador. Todo volvió a la
rutina murmurante de humanxs que caminan hacia el “control migratorio”.
Observando
escenas como estas, van 8 días y 7 noches. Es el lugar donde acontece casi todo
lo que a la imaginación humana se le puede ocurrir. Desde agentes secretos no
tan secretos, camiones antinarcóticos no tan antis, revisaciones vehículares
constantes, baños sucios, cambistas que usufructúan con el valor del dólar y el
peso colombiano, quesadillas que sufren el calor del sol, la vecina con su
tiendita ambulante de cigarros y golosinas, oficiales que sugieren hablar con
los medios de comunicación y confirman de ese modo la molestia que genera la
presencia bandolera en un lugar de tantos actos ¿lícitos o ilícitos?
La
experiencia transcurre del lado que dice llamarse “ecuatoriano”, aunque lxs
bandolerxs recorren a pie uno y otro lado fronterizo de los 2 países
limítrofes. Parece que buscan comida para la subsistencia de tantos días.
Conversando con lxs vendedorxs de cargadores y chips se anotician de la
posibilidad de encontrar agua. De este modo,
lxs bandolerxs conocen a Don Raúl y su esposa Marta. Ellxs le confirman del
tesoro que vive descendiendo por una escalera formada naturalmente, como a 6
metros hacia abajo, desde la cual proviene agua caliente que según el relato de
lxs lugareñxs “viene directamente de la montaña”.
Lxs Bandolerxs
esperan que el agua sepa limpiar toda burocracia, falta de voluntad y lentitud
de la que están siendo prisioneros. Dicen que se quieren ir. Que la situación
no es cómoda. Conversan sobre los riesgos. Sobre cómo fortalecerse de tal
experiencia. Tejen mandalas. Hacen manillas. Estudian mapas de Colombia.
Revisan el motor del Caracol. dibujan, pintan.
Se preparan,
como mejor les sale, para conocer el 5to país de su aventura bandolera.
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